martes, 19 de agosto de 2008

Rambo

Rambo's picture was taken from here.


English
In this posting I’m only talking about the first Rambo film, where he seems to be a noble personage that also reminds us somehow of Dr. Frankenstein’s monster. The spiteful treatment he receives as a returning Vietnam veteran makes him hostile, bitter and dangerous. In this essay I want to explore this character as another installment on my reflections on power imagery.

Rambo does not step recklessly past the limits of ethical knowledge the way Dr. Frankenstein does. Rather he is, in himself, the creature who awakens to life on the experimental table. He has been prepared as a ruthless and effective guerrilla-soldier, a killing-machine. The irony of this personage is that the military that forged him as a killer only wanted to use their creation on foreign soil, in a distant country where his victims have no rights.

But Rambo returns home, and in a trip to a small town he becomes a victim in a confrontation with the local authority, an ignominious and corrupt sheriff. This power-figure accuses him falsely, jails him and mistreats him within the jail. This is enough to arouse Rambo’s resentments and to activate his training as a lethal instrument of war. He escapes to the surrounding mountains, secures armament, and returns to the town where he becomes a deadly and destructive power. He even uses the town’s gasoline station as a weapon against itself.

Rambo, strangely, is an iconic hero. But his nobility becomes revenge and his capacities as a soldier turn against his own country. For me, it is a terribly ironic and complex film.

1. His country created him to destroy “foreign” enemies. These adversaries have always been ambiguous: they are imagined and multifaceted impediments to progress and freedom. The supposed and legitimate beneficiaries of this patrimony are never specified. These imprecise enemies normally live in distant places, and certainly never have been the residents of a small town in Washington State called “Hope”. Nevertheless, our noble and misunderstood hero, like Frankenstein’s monster, has no alternative to using the tools he has been provided with to defend himself.

2. The corruption of his country of origin. In an interesting article, Loïc Wacquant describes how the rich countries of the West think that they are “peaceful, cohesive, and egalitarian societies - in a word, civilized,… a term denoting the most accomplished form of culture and human life….” (paragraph 1). Nevertheless, underneath this self-image live masses of poor and excluded people, together with a turbulent economic process, in many cases of doubtful legitimacy (remember Enron).

Repression does not come only from the desire to ignore the effects of war and poverty. It is also reflected concretely in penitentiary statistics: in the United States one of every 100 persons is in jail. (It is interesting that when I Googled penitentiary statistics for the States, there were only foreign sources or leftist publications. It is another example of the psychological repression of undesirable information.)

But the repressed sometimes returns, and not only in quasi-heroic films. Wacquant remembers the disturbances of the 80s and 90s, especially the one in Los Angeles in 1992. 1200 Marines were called in to contain this revolt in which almost 2.400 people were wounded, 10.000 were arrested and 45 were killed.

Rambo’s motherland is not free of enemies - impediments to progress and freedom. In a certain sense I, as a viewer of this film, felt that Rambo was sent off to a foreign war to protect exactly these corrupt figures’ interests. When he becomes aware of this, he explodes. This can be appreciated when his fellow citizens’ rejection - as veteran of an unjust war - becomes physical mistreatment in the Sheriff’s hands. Then and always, as the soldier and vigilante he is, he must exterminate evil.

3. The hero/anteheroe: Dr. Frankenstein’s monster never was a hero. In fact, the actors that have incarnated him emphasize his physical ugliness, partly so that the public react to him with horror. The producers want us to see his monstrosity first, and only later his initial kindness. Rambo, on the other hand, is a military hero, one of the sentries who watch over us in the outposts of the empire. But at the same time he is an instrument of violence that explodes inwards, the return of the repressed.



La foto de Rambo fue tomada de aquí.


Español


Me refiero a la primera película en que aparece Rambo, un personaje noble, pero uno que nos recuerda al monstruo del Dr. Frankenstein. El trato rencoroso que recibe como un soldado, es decir un veterano que retorna de la guerra en Vietnam, le torna hostil, amargado y peligroso. En el presente ensayo quisiera explorar este protagonista fílmico como parte de mis reflexiones sobre el imaginario del poder.

Rambo no vulnera las fronteras prudentes del conocimiento como hace el creador de monstruo en la novela de Shelly, más bien él es, en sí, la criatura que resulta de la experimentación, porque ha sido preparado como un guerrillero despiadado y eficaz, una máquina para matar. La ironía de este personaje es que quienes lo forjaron como asesino querían emplear su creación lejos de los linderos de los Estados Unidos, en un país distante donde sus víctimas no cuentan como seres con derechos.

Pero Rambo regresa y en un viaje a un pequeño pueblo del interior de su país es víctima de una confrontación con la autoridad local, un ignominioso y corrupto “sheriff” que le acusa falsamente, le confina y le maltrata dentro de la cárcel. Allí surgen en Rambo, no sólo sus resentimientos sino su entrenamiento. Se escabulla a las montañas circundantes, consigue armamento, y regresa al pueblo donde empuña un mortífero poder de destrucción. Emplea, inclusive, la gasolinera del pueblo como una arma contra el mismo poblado.

Rambo, extrañamente, es un héroe icónico. Pero sus motivos nobles se vuelvan venganza y sus capacidades de guerrero se tornan contra su propio entorno. Para mí, es una película terriblemente irónica que tiene matices complejos.

1. El país que lo creó lo hizo para que destruyera “enemigos” ajenos. Se ha definido a estos adversarios siempre de manera ambigua: son impedimentos multifacéticos para el logro del progreso y a la libertad, pero no se explicitan a los legítimos beneficiarios de este patrimonio. Dichos enemigos impresisos normalmente viven en lugares lejanos, nunca han sido los residentes de un pequeño pueblo en Washington llamado “Hope”. El noble y malentendido héroe, como el monstruo de Frankenstein, no tiene más alternativas que usar las herramientas que le han dado para defenderse.

2. La corrupción de su país de origen. En un artículo interesante, Loïc Wacquant describe como los países ricos del Occidente piensan que son “pacíficos, cohesivos e igualitarios – en una palabra, civilizados, … un término que connota una forma lograda de cultura y vida humana.” (párrafo 1). Sin embargo, debajo de esta auto-imagen hay grandes masas empobrecidas y un turbulento proceso económico, en muchos casos de dudosa legitimidad (acuérdense en Enron).

La represión no proviene sólo del deseo de ignorar los efectos de la guerra y la pobreza, se ve reflejada también en las estadísticas penitenciarías: en los Estados Unidos una de cada cien personas está encarcelada. (Es interesante que una búsqueda por Google para encontrar estás cifras sólo rindió fuentes fuera del país o publicaciones en línea de la izquierda política. Es otro ejemplo de represión psicológica de información indeseable.)

Pero lo reprimido retorna a veces, no sólo en películas cuasi-heróicas. Wacquant recuerda los disturbios de los años 80 y 90, especialmente el de Los Ángeles en 1992 donde se llamaron a 1200 Marines para contener las sublevaciones en que casi 2,400 personas fueron heridas, 10,000 fueron arrestados y 45 perdieron la vida.

El país de origen de Rambo no está libre de enemigos –impedimentos al progreso y la libertad-, y en cierto sentido yo, como espectadora de la película, sentí que Rambo fue enviado a una guerra lejana para proteger justamente los intereses de estas figuras. Al darse cuenta de esto, estalla. Esto se demuestra cuando el desprecio que ha recibido de sus co-ciudadanos -como veterano de una guerra considerado injusta por muchas personas- se vuelve maltrato físico en manos de un “sheriff” corrupto, su deber, entonces y siempre, como soldado y justiciero, es exterminar el mal.

3. El heroe / anteheroe: El monstruo de Frankenstein nunca fue un héroe. De hecho, los actores que lo han encarnado enfatizan la fealdad física del personaje, en parte para que el público que presencia las películas tenga la misma reacción de horror que los pobladores del pequeño pueblo suizo donde apareció. Los productores quieren que veamos principalmente su monstruosidad y sólo en segundo lugar su “bondad” inicial. Rambo, en cambio, es un héroe de guerra, uno de los centinelas que vigila en los puestos de avanzado del imperio. Pero al mismo tiempo es el instrumento de la violencia que se estalla hacia adentro, el retorno del reprimido.

Referencias:
1. Loic Wacquant (s/f). Return of the repressed. Riots, “race” and dualization in three advanced societies. Accesible en: http://sociology.berkeley.edu/faculty/wacquant/wacquant_pdf/RETURNOFREPRESSED-MONU.pdf. Revisado el 19 de agosto, 2008.
2. Anonymous/ Anónimo (1 de marzo, 2008). Pew Center study show US is home to the world’s largest penal population. AFP, WASHINGTON. Taipei Times, Page 7. Accesible en: http://www.taipeitimes.com/News/world/archives/2008/03/01/2003403543. Revisado el 19 de agosto, 2008.
3. Rambo's photos 7 Fotos de Rambo: http://www.worstpreviews.com/media.php?id=160&place=shots

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